La Nave Digital

Del diamante al abismo: Una lección que nadie quiere aprender

Del diamante al abismo: Una lección que nadie quiere aprender

Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, Locutor, Comunicador, Magíster

Reflexión sobre Wander Franco y el valor de la integridad

Sin ánimos de hacer leña del árbol caído —como tristemente solemos hacer los dominicanos cuando alguien se estrella— contemplo con una mezcla de pena, impotencia y decepción el caso de Wander Franco Siore. Ese Big Leaguer nuestro que brilló con luz propia en los Rays de Tampa Bay, que hizo soñar a un pueblo entero que ve en cada joven pelotero la posibilidad de reivindicarse ante la miseria, la desigualdad y la indiferencia.

Un muchacho tocado por el talento más prodigioso, capaz de jugar béisbol con una naturalidad que parecía un milagro. Pero en la misma magnitud que tenía virtudes atléticas, llevaba consigo un germen silencioso: la capacidad de autodestruirse, de echar por tierra en un instante todo lo que con sudor, sacrificio y disciplina se había ganado.

Hoy no escribo con el morbo del que se divierte contando caídas ajenas. Hoy escribo con el corazón en la mano y la conciencia en alto, porque cada historia como esta es un espejo que nos obliga a mirar adentro y preguntarnos: ¿qué estamos sembrando en nuestros jóvenes? ¿Qué ejemplo les damos? ¿Por qué confundimos dinero con éxito, fama con grandeza y aplausos con dignidad?

Este sabor amargo y agrio-dulce no es sólo responsabilidad de un joven que perdió el rumbo. También es el saldo de una sociedad que celebra el dinero rápido, que idolatra la fama fugaz y olvida que el carácter se forja día a día, cuando nadie te ve, cuando todo es silencio y soledad.

Integridad es hacer lo correcto aunque nadie nos esté mirando.”
C. S. Lewis

Ojalá este caso —como tantos otros que hieren el orgullo nacional— sirva de advertencia y de guía a esa generación pujante que viene creciendo en medio de carencias y tentaciones. A cada joven que sueña con ser grande, quiero decirle con toda la fuerza de mi voz: El verdadero éxito no es un contrato millonario. Es tu capacidad de mantenerte firme cuando el mundo entero te aplaude o te condena.

Si estás leyendo esto y algún día te toca elegir entre lo fácil y lo correcto, entre tu impulso y tu conciencia, recuerda que cada decisión pesa más que cualquier triunfo pasajero. Ninguna gloria vale más que tu dignidad. Ningún cheque paga la tranquilidad de mirar a tus padres y decirles: “No los defraudé”.

Que aprendamos de una vez que el talento sin principios es un edificio sin columnas, condenado a desplomarse. Que la grandeza auténtica se mide en los momentos en que nadie nos observa, cuando sólo importan los valores que llevamos por dentro.

Hoy, más que nunca, hagamos un compromiso con nosotros mismos: ser personas que puedan sostener la mirada, aun cuando se apaguen los focos. Porque ahí —en la conciencia limpia— es donde reside la victoria que nadie puede quitarnos.

¡DIOS ES BUENAZO…!!

administrator

    Related Articles

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *