La Nave Digital

MEJORAS CONTINUAS: La evolución como compromiso vital

MEJORAS CONTINUAS: La evolución como compromiso vital

Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, locutor, comunicador, magíster

Lunes, inicio de la semana laboral, lunes de Templanza.

Los cambios en la vida son tan naturales como el latido del corazón o el fluir de un río. Son inherentes a la existencia misma, y negar esa realidad es resistirse a lo que nos hace humanos: la capacidad de adaptarnos, transformarnos y avanzar.

Desde los albores de la civilización, hemos sido sometidos –voluntaria o involuntariamente– a mejoras continuas. Ya lo anticipaba Heráclito de Éfeso con su célebre afirmación: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. Todo fluye. Todo cambia. Y quien no cambia, se estanca.

Pensemos en las transformaciones radicales que nos han traído hasta aquí: la evolución del lenguaje, de la escritura, de la comunicación telefónica, de la aeronavegación, de la medicina. ¿Dónde estaríamos si aún dependiéramos de señales de humo o hierbas masticadas como único remedio? ¿De qué nos serviría tener grandes ideas si no sabemos modernizar la manera en que las transmitimos o ejecutamos?

La historia de la humanidad ha sido un viaje desde lo rudimentario hasta lo refinado. Y cada paso adelante ha requerido mejoras, muchas veces dolorosas, sí, pero necesarias.

Hay quienes creen que hacer lo mismo toda la vida, con buenos resultados, es prueba de éxito. Pero la verdad es otra: esos mismos resultados serían mil veces mejores si se eliminaran las RC: Resistencia al Cambio. Persistir en los viejos métodos por comodidad o nostalgia no es fidelidad a la esencia; es, en muchos casos, sabotaje al progreso.

Las autovías no eliminaron los caminos vecinales; los perfeccionaron. Acortaron distancias, redujeron accidentes, y permitieron viajes más seguros. En una sociedad moderna, insistir en los viejos caminos para cubrir grandes trayectos es como pretender que un burro compita en Fórmula 1. Imposible.

Lo mismo ocurre con los procesos industriales, administrativos y humanos. Si seguimos operando con mentalidad de los años 70, con estructuras obsoletas, sin automatización, sin inteligencia artificial, sin métodos de mejora continua, nos convertimos en piezas de museo que aún respiran.

Como profesional de la ingeniería industrial y administrador de procesos, soy un convencido de la importancia de aplicar estrategias modernas. La filosofía Kaizen, por ejemplo, promueve la mejora constante, sin descanso. W. Edwards Deming, padre de la calidad total, planteó que “sin datos, solo eres otra persona con una opinión”. Su ciclo PHVA (Planificar, Hacer, Verificar, Actuar) revolucionó la productividad global. A ellos se suman Joseph Juran con su enfoque de “calidad como parte de la cultura” y Taiichi Ohno, creador del sistema de producción Toyota, ejemplo de innovación adaptativa.

En este mismo sentido, el liderazgo auténtico debe ser el primero en abrazar el cambio y promoverlo con el ejemplo. El gran pensador del management moderno, Peter Drucker, lo expresó de forma contundente: “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo”. Drucker comprendió que las organizaciones no cambian si no cambia primero su cultura. Por eso, el cambio debe iniciar desde adentro, desde los valores, las actitudes y la visión compartida.

Un ambiente laboral que fomenta la apertura, la colaboración y el aprendizaje continuo es un terreno fértil para la innovación. Las culturas que celebran la mejora continua en lugar de temerla, logran equipos más motivados, productivos y comprometidos. Porque mejorar no es una amenaza al liderazgo: es su verdadera manifestación.

Las mejores organizaciones del mundo no son las que más producen, sino las que más se adaptan. La adaptabilidad hoy es más valiosa que el conocimiento mismo. En palabras de Charles Darwin:

“No sobrevive la especie más fuerte ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio.”

Por eso, cambiar no es renunciar a nuestra esencia, sino refinarla. Es como el oro: debe pasar por fuego para brillar. Cambiar es asumir la responsabilidad de mejorar, es decirle sí al futuro, sin traicionar el pasado.

Reparar no es debilidad; es inteligencia. Ajustar no es traición; es evolución.

Porque al final, todo lo que se resiste, se rompe. Y todo lo que se adapta, sobrevive… ¡¡¡y florece!!!

DIOS ES BUENAZO…!!!

administrator

    Related Articles

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *