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AILA a oscuras: el apagón que desnudó nuestra fragilidad operacional y laceró la imagen del país

AILA a oscuras: el apagón que desnudó nuestra fragilidad operacional y laceró la imagen del país

Por: Ing. Rafael A. Sánchez

Lunes, inicio de la semana laboral.
Lunes de templanza

Mateo 22:39 (RV1960): “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

Lo que debía ser una diligencia familiar sencilla terminó siendo una amarga lección sobre las precariedades institucionales que aún arrastramos como nación. El Aeropuerto Internacional de las Américas (AILA), vitrina natural de la República Dominicana ante el mundo, se sumió en una oscuridad humillante, revelando carencias que trascienden lo técnico y tocan lo ético, lo humano y lo gerencial. Pasajeros en el suelo, personas vulnerables sin asistencia, un vacío de información que generaba incertidumbre y la penumbra como telón de fondo fueron el reflejo de un espectáculo vergonzoso, impropio de la principal puerta de entrada a nuestro vital turismo.

La interrupción ocurrió en la mañana del domingo, a las 9:16 a.m., paralizando la operatividad de la terminal por largas horas. La concesionaria Aerodom informó que la causa fue una avería en una seccionadora interna —un fallo de origen interno y no del sistema eléctrico nacional—, lo que obligó a extensas labores de recuperación hasta las 6:05 p.m. Las consecuencias fueron inmediatas: más de veinte vuelos afectados, aerolíneas obligadas a modificar itinerarios, miles de pasajeros frustrados y una inevitable repercusión mediática internacional que cuestiona nuestra credibilidad logística y turística.

Conviene diferenciar entre factores externos e internos. En lo externo, la inestabilidad energética nacional constituye un riesgo sistémico. Aunque esta vez la falla fue interna, el contexto vulnerable exige prever redundancias más robustas. En lo interno, la raíz del problema radica en la distribución eléctrica de la terminal, la ausencia de conmutación automática, la insuficiencia de pruebas preventivas, la falta de equipos de respaldo activos y, sobre todo, la escasa previsión para atender a pasajeros vulnerables. Un aeropuerto internacional no puede darse el lujo de improvisar.

Si bien es cierto que las operaciones de pista y torre continuaron gracias a sistemas de respaldo, evitando un accidente mayor, ello no exime de responsabilidad. La seguridad operacional es vital, pero la dignidad y el trato a los pasajeros también lo son. “Quien no se prepara, se prepara para fracasar”, decía Benjamin Franklin, y esa verdad se hizo patente. También recordaba Antoine de Saint-Exupéry que, si quieres construir un barco, enseña a la gente a añorar el mar inmenso. Sin preparación técnica y sin cultura institucional no hay credibilidad posible.

La imagen internacional ya ha sufrido un golpe. La proyección de pasajeros hacinados en el suelo circuló en medios extranjeros, deteriorando la percepción sobre la República Dominicana y sembrando dudas en potenciales visitantes. Urge la sustitución inmediata de los equipos eléctricos críticos, pruebas de redundancia automatizada y certificación independiente de sistemas de respaldo. Del mismo modo, se requieren protocolos sólidos para la atención a personas vulnerables, brigadas de apoyo humano y comunicación proactiva en tiempo real. Una auditoría externa, sanciones cuando corresponda e inversiones en infraestructura crítica deben convertirse en acciones inmediatas.

Este episodio es una advertencia. Un aeropuerto no puede depender de la fortuna ni de parches improvisados: es la primera impresión que recibe un extranjero y el último recuerdo de quien nos visita. Dejarlo a merced de contingencias técnicas y humanas es jugar con candela. Como decimos en mi querido Vallejuelo: no jueguen con candela, porque se pueden quemar. La prioridad debe ser la salvaguarda de vidas humanas y la preservación de la imagen turística que sostiene nuestra economía.

Lo vivido en el AILA es una afrenta a nuestra dignidad nacional y debe ser un punto de inflexión. Que este apagón no se quede en anécdota, sino que se transforme en decisión de Estado para fortalecer, auditar y blindar la operación de nuestras infraestructuras críticas. Que nuestro Señor Jesucristo nos agarre confesados.

¡¡¡DIOS ES BUENAZO…!!!

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