Por: Ing. Rafael A. Sánchez
Lunes, inicio de la semana laboral, lunes de Templanza.
“Los caminos del hombre son rectitud en su propia opinión; más Jehová pesa los corazones.”
(Proverbios 21:2, RV1960)
Las contradicciones de mi República Dominicana
Mi amada, respetada, abnegada, fuerte y valiente República Dominicana es una nación de contrastes que desafían toda comprensión. Aquí conviven lo mejor y lo peor: tenemos personas entre las más adineradas de América Latina y, al mismo tiempo, poblaciones sumidas en la pobreza.
Según datos del PNUD (2016), el 20 % más rico concentra el 50 % de la riqueza, mientras que el 20 % más pobre apenas alcanza un 6 %. Este desequilibrio confirma el teorema de Pareto (80/20), aunque la realidad empírica dominicana se aproxima a un dramático 50/6, reflejo de profundas desigualdades. A ello se suma que el coeficiente de Gini alcanzaba los 39.6, significativamente superior al promedio de la OCDE (31.6).
Parque vehicular: una antítesis móvil
Este desequilibrio social se refleja también en el parque vehicular: un espectáculo de progreso y retroceso. Aunque una ley (Ley 04-07, vigente desde 2007) prohíbe la importación de autos con más de cinco años de fabricación, el parque sigue envejeciendo.
Al cierre de 2023, el 55.2 % de los automóviles registrados tenía más de 20 años de antigüedad. Aun considerando el universo de vehículos —motocicletas, camiones, autobuses, etc.— el 42.9 % superaba las dos décadas de fabricados. De los 5.8 millones de vehículos registrados, el 37.1 % corresponde a modelos anteriores al año 2000.
En contraste, cada año ingresan cerca de 322,844 unidades nuevas, aunque solo el 45.16 % son cero kilómetros. El resto son usados relativamente recientes, pero insuficientes para rejuvenecer la flota nacional.
Y aquí aparece lo más exótico: en nuestras calles transitan vehículos de lujo valorados en 12 millones de pesos o más. Pero al lado mismo de estos símbolos de poder y opulencia, circulan “carros” de 45 mil pesos dominicanos o incluso menos, verdaderas chatarras rodantes que ponen en riesgo la seguridad vial. Un espejo de la desigualdad: lujo extremo frente a precariedad absoluta, conviviendo en la misma vía pública.
¿Cómo se explica esta regresión progresiva?
- Ley restrictiva, efecto limitado. La prohibición de importar vehículos con más de cinco años buscaba reducir chatarras y contaminación, pero su aplicación ha sido insuficiente frente al volumen circulante. Como expresó un ciudadano: “La ley es correcta… restringen la importación de vehículos mayores a 5 años… la ley está para evitar la contaminación por los gases emitidos de vehículos viejos…”
- Lobby e intereses. “Esta ley se implementó por presión de concesionarios de vehículos nuevos y para evitar la importación de vehículos con poca vida útil.”
- Importaciones costosas e innecesarias. En EE. UU. un vehículo usado en buen estado cuesta 4 a 5 veces menos que su equivalente en el mercado dominicano, lo que genera frustración colectiva.
¿Y el transporte público?
El panorama del transporte público —los famosos “cancharros” y voladoras humeantes— no es menos preocupante. Vehículos obsoletos circulan sin control, sin inspección técnica efectiva ni requisitos mínimos de seguridad. Una invitación a la contaminación, al caos vehicular y a la inseguridad vial.
La República Dominicana registra uno de los índices más altos de mortalidad en accidentes de tránsito en América Latina: 3,114 muertes en 2024, un promedio de ocho diarias, en un país con poco más de 11 millones de habitantes. El parque vehicular crece seis veces más rápido que la población, y las motocicletas representan el 57 % de los vehículos y el 68 % de las víctimas mortales. Esto evidencia una falla sistémica en regulación, inspección y renovación integral del transporte público y privado.
Aranceles, acuerdos incumplidos y opciones truncadas
Los elevados aranceles aduanales y los acuerdos comerciales incumplidos encarecen tanto los autos nuevos como los usados. Esto, unido a la ley restrictiva, mantiene un parque vehicular envejecido y riesgoso. Muchos ciudadanos entienden que un límite de 10 años de antigüedad sería más realista, equilibrando calidad, costo y seguridad.
- Albert Einstein: “Somos el resultado de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones.”
- Friedrich Engels: “La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa.”
Vivimos en una nación de extremos, donde la riqueza convive con la miseria, lo nuevo con lo vetusto, la tecnología con la inacción. El parque vehicular dominicano se erige como símbolo de esta antítesis: mientras desfilan automóviles de lujo, al lado circula un óxido ambulante, humeante y peligroso. Hemos involucionado, retrocediendo sin reglas ni visión.
Es urgente reimplantar inspecciones técnicas serias, modernizar el transporte público, flexibilizar la ley de importación hasta diez años y revisar el andamiaje arancelario. Solo así lograremos una movilidad segura, limpia y equitativa.
El 80/20 de la riqueza y el 50/6 de la desigualdad automotriz no deben dictar nuestro futuro. Con inteligencia y valentía, podemos reequilibrar este escenario. Hasta en mi Vallejuelo natal se renovaban los burros, mulos, bestias y caballos con el inexorable paso del tiempo.
¡¡¡DIOS ES BUENAZO!!!