Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, locutor, comunicador, magíster
Miércoles de Esperanza, miércoles epicentro de la semana.
En un mundo donde el tiempo es el activo más valioso y la eficiencia el principal diferenciador entre sobrevivir o prosperar, la delegación efectiva se convierte en la columna vertebral de toda organización saludable, resiliente y progresiva.
La delegación no es sinónimo de abandono, flojera o ausencia de autoridad. Delegar es transferir tareas, funciones o decisiones con estrategia, ciencia, ética y sentido humano, orientado a resultados medibles y sostenibles. Es una técnica. Es una virtud. Es, sobre todo, una competencia crítica.
“El signo más seguro de la grandeza es la capacidad de delegar.” — James C. Hunter
En mi experiencia como Gerente de Operaciones en empresas de alto rendimiento como Listín Diario, Editora Corripio, Editora Taller, Centro Gráfico, y otras, he confirmado que los mejores líderes no son los que más hacen, sino los que mejor delegan, creando equipos fuertes, autónomos y alineados.
Desde el plano académico, impartiendo cátedras en universidades sobre Investigación de Operaciones I y II, Mejoras Continuas, Cambio Cultural e Introducción a la Ingeniería, he reiterado que delegar sin método es como sembrar sin tierra fértil. La organización moderna exige líderes que transfieran responsabilidad sin perder control ni visión.
¿Qué hace una delegación efectiva?
El delegado debe cumplir con tres condiciones simultáneas:
- QUERER hacer (motivación, actitud)
- SABER hacer (formación, competencia)
- PODER hacer (recursos, condiciones)
Si alguna falla, la delegación fracasa:
- Si quiere y sabe pero no puede, se frustra.
- Si puede y sabe pero no quiere, boicotea.
- Si quiere y puede pero no sabe, se convierte en riesgo operativo.
Condiciones para el delegador
Por otro lado, el delegador debe poseer altísimos niveles de ética, liderazgo y vocación formativa:
- Ser didáctico y paciente
- Tener dominio técnico y metodológico del proceso
- Promover la verdad, transparencia y responsabilidad compartida
- Estar libre de temores mezquinos, dispuesto a enseñar sin miedo a ser superado
Delegar no es abdicar, es liderar con madurez
La delegación no implica abdicar de la autoridad, sino ejercerla con madurez. Es dar seguimiento sin manipulación, es confiar sin soltar los principios. Delegar no es tomarle el timón al que aprende a conducir. Hacerlo sería formar títeres, no líderes.
“La verdadera inteligencia del líder está en rodearse de personas más capaces que él… y dejarlas brillar.” — Peter Drucker
Delegar es multiplicarse. No hacerlo es agotarse.
La empresa que no delega, muere lenta… o rápido. Delegar con método, vocación y valentía no es una opción: es un imperativo gerencial del siglo XXI.
DIOS ES BUENAZO…!!!