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Donde la Verdad y la Mentira se Miran, pero No se Tocan

Donde la Verdad y la Mentira se Miran, pero No se Tocan

Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, locutor, comunicador, magíster

Miércoles de Esperanza, Miércoles Epicentro de la Semana.

Hay realidades que no admiten mezclas. Verdades tan puras que ninguna retórica puede diluir. Como el agua dulce que jamás se confunde con el agua salada en la desembocadura del Amazonas. Como esa línea implacable donde el Atlántico y el Pacífico se dan la mano, pero nunca se funden.

Vivimos tiempos en los que muchos pretenden convencernos de que todo cabe en un mismo cuento. Que es posible alardear de progreso mientras la desigualdad sigue perforando nuestra dignidad. Que se pueden agitar estadísticas rimbombantes mientras miles de dominicanos sobreviven atrapados en la incertidumbre.

Pero no. La verdad es otra. Y duele. Duele ver cómo decisiones ajenas determinan la vida de todos con la crudeza de una tormenta que no pedimos. Duele constatar que el crecimiento, cuando no es compartido, solo multiplica la distancia entre los privilegiados y los olvidados.

“El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres”, nos recordó Platón. Hoy, esa frase truena como un campanazo en cada casa donde la esperanza cuelga de un hilo.

Es justo reconocer que el gobierno del presidente Luis Rodolfo Abinader Corona ha mostrado apertura y voluntad de mantener cierta estabilidad económica. Pero hay límites que no se deben cruzar, y hay mezclas que simplemente resultan indigeribles.

La reciente designación, en el Ministerio de Hacienda, de un alto ejecutivo del pasado gobierno cayó como un balde de agua fría. No cuestiono su preparación ni anticipo si su gestión será buena o mala; pero la sola decisión nos deja pensando en el aire —sí, en el aire, aunque suene a adefesio—. Esa mezcla, tan desconcertante como innecesaria, hiere la moral de los economistas del PRM y lacera a unas bases ya maltratadas y rotas de tanto pisarlas.

No podemos mezclar la justicia con la complacencia. Ni la ética con el oportunismo. Ni la verdad con la manipulación. Así de simple. Así de brutal. Así de humano.

Como escribió Albert Camus: “Nombrar las cosas mal es añadir al infortunio del mundo”. Este país arrastra doloress que no sabemos cómo sanar, pero que sentimos cada día: la inseguridad que paraliza, la corrupción que corroe la confianza y la desigualdad que condena generaciones enteras.

¡¡¡CUIDADITO COMPAY GALLO, CUIDADITO!!!

Nada de esto es casual. Nada de esto se resuelve con gestos simbólicos ni discursos de ocasión. Hay líneas que no se deben traspasar y realidades que ningún maquillaje puede volver aceptables.

Hoy, desde este epicentro de la semana, este pequeño mortal, nacido entre las montañas de un pequeño, recóndito pero adorable valle —mi VALLEJUELO querido—, escribe estas líneas con la humildad que dan los silencios del campo y el respeto que impone el dolor ajeno… pero también con la esperanza firme de que aún es posible encender un rayito de luz, aunque sea desde la sombra.

Porque, aunque la tormenta no la provoquemos nosotros, sí podemos decidir no naufragar.

DIOS ES BUENAZO…!!!

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