Por: Ing. Rafael A. Sánchez
¡¡¡Viernes que te quiero, viernes…!!! Viernes de Prudencia, viernes antesala del fin de semana.
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Efesios 5:15-16, RV1960
La cuenta regresiva
Hoy, viernes 3 de octubre del año 2025, el calendario nos recuerda una realidad irrefutable: faltan apenas 89 días para que concluya este año. La cifra no es trivial ni una simple resta en el almanaque; es un llamado directo, un aldabonazo que golpea la conciencia y nos empuja a la revisión profunda de nuestra gestión del tiempo.
El año corre con paso ligero y la inexorabilidad del tiempo no admite aplazamientos. Se impone la autoevaluación crítica y serena: ¿qué hemos logrado?, ¿qué dejamos inconcluso?, ¿qué sembramos y qué cosechamos?, ¿estamos donde queríamos estar al iniciar el 2025?
Lo hice sin atajos
En este punto, recordar las palabras de Pedro Martínez —cuando fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown— se vuelve pertinente y ejemplar: “Lo hice sin atajos.” Esa declaración encierra una verdad universal: el verdadero progreso, tanto individual como colectivo, solo se sostiene en el esfuerzo legítimo, la integridad ética y la firmeza de los valores.
Pesos que rompen bolsillos
Lo mismo ocurre en la vida social, política y económica. No existen atajos que no traigan consecuencias. De hecho, como reza el dicho de mi natal Vallejuelo: “No todos los pesos se echan a tu bolsillo, ya que hay pesos que rompen bolsillos.” Esa sentencia popular resume, con sabiduría campesina, una advertencia que los tiempos modernos confirman: lo que se obtiene de manera deshonesta, lo que se persigue con avaricia o atropello, tarde o temprano se convierte en carga que destruye al propio portador.
Balance y desafíos
En el balance de este 2025 —con sus luces y sombras, con sus altas, medias y bajas— hay un saldo irrefutablemente positivo: hemos vivido, hemos respirado, hemos compartido unión y familia. Y esos dones, en su simplicidad, constituyen el verdadero capital de la existencia.
Sin embargo, no se trata de complacencia. El tiempo que resta debe ser gestionado con pies de plomo, pasos firmes y conciencia plena. No podemos permitir que la prisa nos convierta en esclavos del calendario, ni que la avaricia nos nuble la razón.
Lo que está bien y lo que está mal
Conviene recordar otra máxima inquebrantable: “Lo que está mal, está mal aunque lo haga Jesucristo; y lo que está bien, está bien aunque lo haga Judas o Barrabás.” Una verdad que ilumina la ruta ética de cualquier sociedad que aspire a justicia y equidad.
No se trata de quién lo haga, sino de qué se hace, y en qué principios se cimienta la acción.
El reloj no se detiene
Por eso, el llamado de este viernes —viernes de prudencia y de antesala del descanso— no es solo a mirar atrás con nostalgia o con balances numéricos, sino a mirar adelante con la determinación de aprovechar el tiempo con dignidad, con honradez y con sentido trascendente.
El reloj no se detiene y el año avanza hacia su fin. El verdadero desafío no es evitar que el tiempo se escape —porque siempre se escapa—, sino darle contenido.
Reflexión final
Trabajemos, sí, trabajemos con denuedo y disciplina, pero jamás descuidemos aquello que hace que el esfuerzo valga la pena: la familia, la vida, la unión y lo bello de existir.
El tiempo no espera.
El tiempo se vive o se pierde.
¡¡¡DIOS ES BUENAZO…!!!