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Entre un Destino Compartido y la Ley de la Selva

Entre un Destino Compartido y la Ley de la Selva

Por: Milton Olivo – escritor, comunicador, ambientalista y activista por el desarrollo del sector agroindustrial y pesquero en la República Dominicana.

 En la actual coyuntura global, el planeta se encuentra ante un dilema geopolítico de carácter existencial. Este dilema no es simplemente una disputa entre potencias, sino una confrontación entre dos visiones del orden internacional: la propuesta china de un “destino compartido para la humanidad” frente al enfoque occidental, liderado por la OTAN y Estados Unidos, que muchos analistas describen como la persistencia de una “Ley de la selva”, donde impera la fuerza por encima del derecho.

El modelo chino, de cooperación, infraestructura y multipolaridad, se distingue del modelo de Occidente, cuya lógica es la imposición y la  explotación de los recursos naturales de los países en desarrollo, etc.  China ha promovido, en foros como la ONU y el G77+China, la idea de un “destino compartido para la humanidad”. Este concepto gira en torno a la creación de una comunidad internacional basada en el respeto mutuo, la no intervención, la cooperación económica y el desarrollo mutuo.

Iniciativas como la Franja y la Ruta, buscan conectar países del sur global mediante inversiones en infraestructura, comercio y conectividad digital, promoviendo un desarrollo que no impone condiciones políticas explícitas.

El modelo occidental: intervenciones, sanciones y hegemonía militar.  Del otro lado, los países que integran la OTAN, encabezados por Estados Unidos, continúan implementando una política exterior caracterizada por la intervención directa o indirecta en nombre de la “democracia” y los “derechos humanos”.

Desde la destrucción de países como Vietnam, Irak, Afganistán y Libia, hasta las amenazas actuales contra Venezuela, la estrategia occidental ha sido la imposición del orden por medio de sanciones económicas, bloqueos financieros y, en algunos casos, intervenciones militares.

Este enfoque ha sido criticado por generar inestabilidad, fragmentación, dependencia y subdesarrollo. América Latina se encuentra  ante el dilema: ¿integración o subordinación? América Latina, históricamente considerada como el “patio trasero” de Estados Unidos, se encuentra hoy en una posición crucial.

El continente ha sido testigo de las consecuencias del modelo occidental: apoyo a dictaduras, golpes blandos, crisis económicas inducidas por el FMI, y políticas de privatización masiva. Sin embargo, con el ascenso de China y otras potencias emergentes (como Rusia, India y el bloque BRICS), se abre una ventana geopolítica hacia una mayor autonomía.

 República Dominicana: la situación geopolítica actual, la pone entre la encrucijada y la oportunidad. Para elegir entre la dependencia tradicional vs la diversificación estratégica. La República Dominicana ha mantenido una relación histórica estrecha con Estados Unidos, su principal socio comercial, fuente de remesas y turismo.

Sin embargo, esta relación ha sido, en muchos aspectos, asimétrica. Las condiciones de los tratados de libre comercio (como el DR-CAFTA) han beneficiado desproporcionadamente al capital extranjero, limitando el desarrollo industrial y tecnológico local.

En contraste, China se presenta como un socio alternativo, dispuesto a invertir en infraestructura, tecnología y cooperación técnica sin exigir reformas estructurales o alineamientos ideológicos. En los últimos años, la influencia china en el Caribe ha crecido exponencialmente, y República Dominicana rompió relaciones con Taiwán en 2018 para establecer vínculos diplomáticos plenos con Beijing, marcando un giro significativo.

El dilema político-económico del presente es: ¿De qué lado crece más el país? Desde una perspectiva económica, creo que, más que comprometerse con un bando determinado, su camino es la apuesta por la multipolaridad porque  ofrece a República Dominicana más margen de maniobra.

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