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Guillermo de Luxemburgo asume el trono tras abdicación de Enrique

Guillermo de Luxemburgo asume el trono tras abdicación de Enrique

Luxemburgo vivió una jornada significativa con el cambio en su jefatura de Estado. Enrique de Luxemburgo abdicó en favor de su hijo mayor, Guillermo, después de 25 años en el trono, durante una ceremonia realizada en el palacio ducal.

Ceremonia de abdicación en el palacio ducal

La ceremonia oficial, que dio inicio poco antes de las diez de la mañana, contó con la presencia de importantes figuras, incluyendo los otros cuatro hijos del gran duque, miembros de la realeza europea y dirigentes de instituciones de la Unión Europea. Destacaron representantes de las casas reales de los Países Bajos y Bélgica.

El evento de abdicación, que duró 15 minutos, se caracterizó por la solemnidad y momentos de cercanía familiar. Tras formalizar el traspaso de poderes, la familia real compartió momentos emotivos como abrazos y besos. La gran duquesa María Teresa mostró signos de emoción, al despedir a su esposo del cargo y apoyar a su hijo, el nuevo gran duque, junto a Estefanía, la nueva gran duquesa.

Transición y juramento de Guillermo

Este cambio en el trono había sido anticipado por Enrique un año atrás, cuando designó a Guillermo como lugarteniente, lo que presagiaba su sucesión. Este proceso recuerda la transición de poderes ocurrida hace 25 años, cuando Enrique sucedió a su padre, el gran duque Juan.

Posteriormente, Guillermo prestó juramento ante la Cámara de Diputados, en una ceremonia presenciada por las mismas autoridades e invitados internacionales. Luego, los nuevos soberanos realizaron un recorrido por las calles de Luxemburgo y saludaron desde el balcón del palacio ante miles de ciudadanos congregados.

Vínculos con casas reales europeas

La transición mostró el profundo vínculo de Luxemburgo con las casas reales de los Países Bajos y Bélgica, reflejado en la presencia de las princesas herederas Amalia y Elisabeth, quienes saludaron formalmente a los nuevos soberanos. Estos lazos se sostienen sobre una historia compartida y relaciones familiares.

Con este cambio, Luxemburgo comienza un nuevo capítulo en su historia monárquica. La ceremonia, que combinó formalidad con familiares manifestaciones de cercanía, reflejó el compromiso de la familia ducal de preservar la tradición mientras avanza hacia un mayor acercamiento con la población.

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