La reciente divulgación de un video protagonizado por Hamza bin Laden, hijo del fallecido Osama bin Laden, pone de manifiesto la persistencia de Al Qaeda para mantener una imagen de continuidad tras la muerte de Ayman al-Zawahiri. Aunque la grabación fue realizada hace varios meses y carece de metadatos que verifiquen su fecha exacta, la declaración de Hamza sobre su presencia en Afganistán, junto con los reportes de las Naciones Unidas sobre la sólida infraestructura del grupo, resalta tanto una intención simbólica como operativa dentro de la organización.
La aparición de Hamza bin Laden en el video no se considera un suceso aislado; más bien, se enmarca en un contexto más amplio de esfuerzos por parte de Al Qaeda para demostrar su relevancia y continuidad a pesar de la falta de liderazgo. Esta situación es analizada en un informe publicado por HST.
Hamza bin Laden nació en 1989 en Yida, Arabia Saudita. Su madre, Khairiah Sabar, formó parte del círculo íntimo de Osama bin Laden y tuvo una influencia significativa en su formación. Desde su infancia, Hamza estuvo expuesto a ideologías yihadistas, incluso apareciendo en grabaciones relacionadas con los talibanes y siendo preparado para desempeñar un papel en el movimiento armado desde una edad temprana.
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Hamza y otros miembros de su familia fueron detenidos en Irán hasta 2010, cuando su liberación fue facilitada a través de un intercambio de prisioneros. Posteriormente a la muerte de Osama bin Laden en 2011, Hamza se trasladó a Qatar, donde estudió textos religiosos antes de reanudar sus lazos con Al Qaeda alrededor de 2015.
Entre 2015 y 2018, Hamza emitió varios mensajes de audio y video instando a realizar ataques contra Estados Unidos, Europa, Israel y Arabia Saudita, con una retórica más intensa y agresiva que la de su predecesor Al-Zawahiri, logrando captar la atención de milicianos más jóvenes. La inteligencia occidental le otorgó el apodo de “Príncipe Heredero del Terror”, considerándolo como un potencial sucesor al frente de Al Qaeda.
En 2019, autoridades estadounidenses anunciaron su muerte en una operación antiterrorista; sin embargo, informes más recientes, incluidos algunos de 2024, sugieren que Hamza bin Laden sigue vivo y activo en Afganistán.
El papel de Hamza en Al Qaeda no se limita a su ascendencia, sino que también permite abordar la transición generacional dentro de la organización. Su figura contribuye a la legitimidad ideológica de Al Qaeda y a su capacidad para atraer nuevos reclutas, lo que garantiza la relevancia de la organización para las generaciones más jóvenes.
De acuerdo con el Equipo de Apoyo Analítico y Vigilancia de las Sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Al Qaeda opera ocho campos de entrenamiento en Afganistán, cuatro de ellos ubicados en las provincias de Parwan, Ghazni, Laghman y Uruzgan. Además, se ha conocido la existencia de un depósito de armas en el valle de Panjshir, una zona con una historia de resistencia al control talibán.
Informes de 2024 también indican una expansión de Al Qaeda a doce campamentos y cinco madrasas, sugiriendo que Hamza podría estar operando desde Jalalabad, bajo la protección de los talibanes.
La fase post-Zawahiri, con el regreso de Hamza, introduce nuevos elementos a la dinámica del grupo. Hamza simboliza un puente generacional que puede atraer a militantes jóvenes, además de portar el legado de su padre. En contraste, Saif al-Adel, otro posible líder de Al Qaeda, se enmarca en un perfil más técnico y militar que simbólico.

