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Honrando a quienes nos formaron, sembrando valores y esperanza

Honrando a quienes nos formaron, sembrando valores y esperanza

Por: Ing. Rafael A. Sánchez

Jueves de TBT, jueves de Caridad

“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo.”Lucas 6:38 (RV1960)

Septiembre nos convoca a mirar atrás con gratitud y corazón abierto, a revivir momentos que nos moldearon y nos fortalecieron. Hoy, Jueves de TBT, nos sumergimos en la memoria de quienes dejaron huellas imborrables; y en el Jueves de Caridad, recordamos que el verdadero legado se mide en la capacidad de dar, servir y transformar.

Mi natal Vallejuelo fue cuna de maestros excepcionales, hombres y mujeres que enseñaban con corazón y ejemplo, más allá de los libros y programas. Entre quienes ya partieron a la eternidad, recordamos con profundo respeto a Quirico Ogando Mesa, Ramón Pérez Encarnación, Julián Feliz, Cabral Montero y Juan Pablo Mateo, EPD todos, quienes nos enseñaron que enseñar es sembrar esperanza y formar carácter.

Entre los que aún viven, Jose Morales Montero, Ramón Mateo, Manuel Encarnación Díaz y Manolo Cuevas continúan iluminando generaciones con su sabiduría, paciencia y entrega. Cada uno sembró semillas de conocimiento, disciplina y valores que hoy florecen en quienes tuvimos el privilegio de ser sus estudiantes.

Recuerdo cómo Quirico Ogando Mesa nos decía que “la educación empieza con amor y termina con compromiso”, mientras Ramón Pérez Encarnación nos enseñaba a analizar la vida como un laboratorio, aplicando la ciencia a cada decisión y motivándonos a soñar con nuevos horizontes. Estas enseñanzas sencillas, pero profundas, moldearon nuestro carácter y nos guiaron a una vida de integridad, visión y responsabilidad.

Como afirmaba Henry Ford: “Existen fuerzas motrices que nos mueven más allá de la técnica: la pasión y el compromiso con el aprendizaje.” La educación es un fenómeno humano y científico, y los datos lo confirman: los estudiantes formados bajo maestros comprometidos tienen 65% más probabilidades de éxito académico y contribución social, mientras que el acompañamiento afectivo incrementa un 48% la resiliencia y la motivación del alumnado, demostrando que enseñar con corazón transforma vidas y sociedades.

La caridad, entendida como generosidad tangible y emocional, se convierte en un puente entre generaciones. Como decía Albert Schweitzer: “El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.” Dar tiempo, compartir lo aprendido, sembrar valores y actuar con amor constituye la enseñanza más duradera que un maestro puede dejar.

Hoy, jueves, miro atrás con gratitud y respeto. El TBT de la memoria y el acto de caridad se entrelazan: recordar a quienes nos guiaron, honrar a los que ya partieron y devolver algo al mundo que nos dio tanto. Enseñar, ayudar, servir: ese es el círculo virtuoso que fortalece la sociedad y enaltece el espíritu humano.

Tres características básicas de un buen maestro

  1. Pedagogía → Ciencia y arte de educar, comprendiendo cómo se forma el ser humano y guiando su desarrollo integral.
  2. Vocación → Pasión y entrega genuina por enseñar, formar y servir.
  3. Didáctica → Capacidad de transmitir conocimiento de manera clara, motivadora y efectiva.

La grandeza no reside en lo que acumulamos, sino en lo que entregamos. Cada maestro que nos formó, cada acto de caridad que ofrecemos, deja una huella imborrable que trasciende el tiempo. Enseñar y servir son dos formas de amar; nunca subestimemos su poder transformador.

¡¡¡DIOS ES BUENAZO!!!

 

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