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JUVENTUD DOMINICANA: LA HEMORRAGIA QUE NADIE DETIENE

JUVENTUD DOMINICANA: LA HEMORRAGIA QUE NADIE DETIENE

Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, locutor, comunicador, magíster

Un llamado urgente antes del colapso final

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
— Proverbios 22:6 (RV1960)

Lo que estamos viendo en las calles de República Dominicana no tiene precedentes, ni comparación, ni disimulo. Es una descomposición social rampante, acelerada, y en gran medida tolerada por la indiferencia colectiva.

La juventud dominicana —ese segmento clave donde se deposita el porvenir de toda nación— está siendo absorbida por un sistema de antivalores: delincuencia impune, consumo irracional, pérdida del respeto, culto al dinero fácil, desprecio por el estudio y el trabajo digno.

¿Qué futuro puede tener un país cuando su juventud roba a plena luz del día, graba sus delitos y los celebra en redes sociales?

¿Qué puede esperar una nación donde se asalta un supermercado, una boutique, una perfumería, una tienda de licores o un colmadón, y nadie se inmuta?

¿Cómo seguir creyendo en el orden social cuando rompen vehículos, despojan piezas, retrovisores, gomas, baterías, sin temor alguno ni consecuencia visible?

¿Qué mensaje se le está dando al joven honesto que aún quiere hacer las cosas bien?

Estamos frente a una juventud huérfana de guía, de formación ética, de referentes reales. El hogar está en crisis, la escuela está en silencio, la autoridad está rebasada y los medios de comunicación premian lo vulgar y castigan la decencia.

Esto no es solo un tema de seguridad: es una hemorragia espiritual, emocional y moral. El tejido nacional está siendo perforado por generaciones que no creen en nada, no esperan nada, y por tanto, no temen destruirlo todo.

“El primer deber de la sociedad es educar a sus hijos.”
— John Ruskin

“Corrige al sabio y lo harás más sabio; corrige al necio y lo harás tu enemigo.”
— Proverbio atribuido a Salomón

¿Qué haremos al respecto?

No bastan operativos policiales. No bastan leyes. No bastan discursos.

Es necesario un pacto nacional, una revolución de valores, un reinicio urgente del contrato social.

  • Familias que vuelvan a ser hogar.
  • Escuelas que enseñen civismo y no solo currículo.
  • Iglesias que acompañen sin miedo.
  • Gobiernos que inviertan en juventud, no solo la vigilen.
  • Medios que comuniquen esperanza y no solo escándalo.

La juventud es el extracto más valioso de una nación. Si se pierde, lo perdemos todo. Y lo que estamos presenciando es una destrucción generacional anunciada, una bomba de tiempo que amenaza la viabilidad social, económica y hasta turística del país.

¡Dios mío, agárranos confesados!

Porque si no actuamos hoy, el mañana será un páramo estropeado, sin alma, sin orden, sin ley y sin país.

El momento es ahora. El silencio ya no es opción.

DIOS ES BUENAZO…!!!

 

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