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LA SOCIEDAD NO PUEDE DOBLEGARSE ANTE LOS VÁNDALOS

LA SOCIEDAD NO PUEDE DOBLEGARSE ANTE LOS VÁNDALOS

Por: Ing. Rafael A. Sánchez

Martes de fe.

“Es, pues, la Fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Hebreos 11:1

El reciente y deplorable suceso acontecido en el sector capitalino Los Girasoles, en la ciudad de Santo Domingo, entre individuos de accionar vil y conducta antisocial, ha estremecido la conciencia cívica del país. Lo ocurrido no solo hiere la seguridad pública, sino que vulnera los principios éticos que sostienen el tejido jurídico, social y moral de la Nación Dominicana.

Permitir, tolerar o justificar este tipo de violencia estructurada sería, en términos técnicos y jurídicos, una involución del Estado de Derecho; y en lenguaje ético, una derrota espiritual colectiva. La nación que calla ante el crimen, cava su propia grieta moral.

El periodismo ético y responsable debe pronunciarse con claridad cuando la violencia pretende normalizarse. No se trata de alarmismo mediático, sino de prevención ciudadana sustentada en evidencias. Las estadísticas del Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana reflejan que 7 de cada 10 delitos urbanos son cometidos por reincidentes liberados bajo medidas inadecuadas. Esta cifra, científicamente comprobable, confirma un fracaso sistémico que requiere corrección estructural, no parches de ocasión.

Como advirtió Aristóteles, “la tolerancia ante la injusticia se convierte en complicidad”. Y en tiempos de convulsión social, callar ante el crimen es ser cómplice de su permanencia.

Urge una reforma penal moderna, racional y humanamente rigurosa, sustentada en tres principios técnicos esenciales:

  1. Prevención social y educativa, que reduzca las causas del delito y recupere los valores ciudadanos.
  2. Disuasión efectiva, con tecnología de vigilancia y cuerpos policiales profesionalizados.
  3. Sanción rápida, ejemplarizante y rehabilitadora, que reafirme la autoridad moral del Estado.

Como sentenció Cicerón hace más de dos milenios: “La justicia es el fundamento de los Estados; si desaparece, los reinos se convierten en bandas de ladrones.” Esa verdad histórica hoy retumba con fuerza renovada.

Y, como lo dice la sabiduría popular de mi Vallejuelo querido: “Si al fuego se le sopla con miedo, el humo te ahoga igual.”

El miedo institucional es un lujo que la República Dominicana no puede permitirse. Las instituciones no pueden ser espectadoras del caos ni rehenes de la delincuencia. La autoridad debe ejercerse con integridad, sin soberbia, pero sin claudicación; con firmeza moral, pero con profunda humanidad.

Reflexión final:
Es tiempo de actuar con valentía y con Fe. La seguridad ciudadana no puede ser rehén del miedo, ni la justicia víctima de la inacción. La paz verdadera no se negocia: se construye con ética, disciplina y decisión.

El Estado debe restaurar la confianza pública mediante hechos tangibles, decisiones firmes y respeto absoluto al orden constitucional. Que cada dominicano honesto sepa que el crimen se combate con justicia y la injusticia se vence con verdad. Y que el futuro de la patria dependerá siempre de la entereza moral de su pueblo.

Rafael A. Sánchez C.
DIOS ES BUENAZO…!!!

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