Por José R. Núñez Corona
Saludos a todos. Estaba un poco retirado de escribir para los medios, pero OLA me ha obligado a regresar y escribir mi verdad, que quizás coincida con muchos de ustedes.
Una Ola es una onda de gran amplitud que se forma en la superficie de las aguas. Las olas muchas veces pueden ser destructivas, como en el caso del que vamos a hablar.
Casi todos los discursos de campaña prometen acabar con la pobreza; el de la Organización Luis Abinader (OLA) no fue la excepción. Este era, o quizás aún es (en realidad no lo sé), el sector externo del proyecto presidencial de Abinader Corona.
La pregunta es la siguiente: ¿la onda destructiva que recién arrasó con SeNaSa, liderada por la Organización Luis Abinader (OLA), era el plan real de acabar con los pobres y no con la pobreza en sí, como se prometió en campaña electoral?
Los sectores externos de los partidos que han ganado las elecciones en los últimos tiempos han desempeñado un papel primordial en los triunfos, pero a la vez, luego en el poder, han activado una verdadera bomba nuclear de corrupción.
Acabar con la pobreza no es lo mismo que acabar con los pobres. El presidente de OLA, que tenía la encomienda de llevar a Luis al poder, fue muy efectivo con su movimiento, el cual se combinó con una serie de factores que permitió que Abinader ganara y luego se reeligiera sin muchas dificultades.
Como es de costumbre, luego del triunfo electoral viene la repartición del botín en el Estado, y el señor Hazim continuó en SeNaSa luego del triunfo en el 2024, donde ya tenía cuatro años y toda una estructura de corrupción que, inexplicablemente, ninguna institución reguladora conocía.
Da miedo pensar lo que el poder hace en las cabezas de los que lo obtienen y se creen dueños absolutos, se creen intocables, omnipotentes y omnisapientes, en pocas palabras: dioses del Olimpo. Pero resulta que los dioses del Olimpo no son más que los deseos de la carne (Gálatas 5), pero de una forma masificada.
La corrupción en nuestro país no tiene límite, y es impresionante cómo un gobierno supera al otro en corrupción, en abuso del Estado, en malgasto de los recursos del patrimonio de RD, y cómo un país rico es pobremente administrado y sigilosamente estafado.
Es hora de que los dominicanos de buena voluntad alcen su voz y se hagan sentir pidiendo justicia en todos los medios de comunicación y, si es preciso, en manifestaciones pacíficas y ordenadas en las calles, porque, como bien dice el refrán, “El que calla, otorga”. Recordemos que esta frase popular significa que el silencio o la falta de protesta ante una acusación se interpreta como una aceptación tácita o consentimiento.
Si los dominicanos no protestamos ante este crimen en SeNaSa, estaríamos permitiendo que este asalto a la salud de los más desvalidos sea bueno y válido.
¡Ya basta de conformismo y de pensar que a los del poder no les va a pasar nada hagan lo que hagan! Cambiemos nuestra forma de pensar, y pidamos que sean llevados a China (si aquí no hay justicia) y allá sean juzgados y luego sentenciados, y que no se quede ningún culpable como inocente.
En China no hay funcionarios corruptos, no porque sean humanos perfectos, sino porque la justicia es implacable. No tan lejos, en El Salvador de Nayib Bukele (aunque se centre más en los funcionarios de gobiernos pasados), ha empezado a cambiar de forma positiva el comportamiento de los funcionarios.
Todavía no se sabe cuántos usuarios de SeNaSa fueron perjudicados con esta OLA de corrupción, ni cuántas víctimas mortales hay por este abuso de Estado donde todos los que tenían que controlar el buen funcionamiento de SeNaSa se hicieron los sordos, ciegos y mudos.
Dicen que no están todos los que son; por lógica, un entramado de este tipo tiene que involucrar a un número significativo de personas cómplices para que esta estafa, robo, abuso y crimen haya llegado tan lejos.
Solo espero y pido que Dios tome dominio y control de este caso y que el derrotero de Hazim y comparsa llegue hasta donde tiene que llegar: una condena ejemplar tipo CHINA.


