Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, locutor, comunicador, magíster
Martes de Fe
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” – Hebreos 11:1 (RV1960)
Una reflexión necesaria en tiempos de desconcierto
Vivimos un momento de extrema preocupación en la República Dominicana. Mientras las autoridades intentan ejercer un control férreo, la delincuencia y la insensatez social han mutado a niveles alarmantes. La institucionalidad se enfrenta a su propia sombra: una ciudadanía desbordada, donde la anarquía y la falta de educación han minado los valores esenciales.
Como decía Séneca: “Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía.” Hoy, la falta de respuestas oportunas ha convertido el miedo en moneda de uso común. La fuerza del Estado es evidente, pero como reza la sabiduría popular: “Donde la soberbia reina, la razón no tiene trono.”
El vandalismo, la vulgaridad, la corrupción de bajo y alto nivel, y la pérdida de respeto a la autoridad son síntomas de una enfermedad social más profunda: la ausencia de educación y valores familiares sólidos.
“No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que se niega a ver.” Esta doble negación, tanto del Estado como del ciudadano, ha creado una peligrosa tierra de nadie.
Hoy más que nunca debemos recordar: “El respeto es la base sobre la que se edifica la paz.” La autoridad debe ser firme pero justa; el ciudadano debe ser libre pero responsable. El orden no puede imponerse únicamente con represión, debe construirse sobre educación, participación y ejemplo.
¿Qué hacer en medio de este caos?
Primero, como líderes y ciudadanos, debemos actuar con propósito y no con impulso. “El que se deja llevar por la ira, se convierte en esclavo de su propia necedad.” La prudencia es ahora más revolucionaria que la protesta sin sentido.
Segundo, fortalecer las instituciones sin que se conviertan en maquinarias de abuso. “El poder sin control es la antesala del desastre.”
Tercero, educar. La única salida definitiva está en la formación de una nueva generación dominicana que entienda que “la libertad sin responsabilidad es simplemente licencia para el desorden.”
Finalmente, ser ejemplo. No se le puede exigir al pueblo lo que sus gobernantes y líderes no practican. “Predicar sin dar ejemplo es sembrar en el desierto.”
República Dominicana merece y necesita un renacer cívico, un pacto de respeto mutuo, de legalidad y de valores universales.
Que las palabras se conviertan en hechos, y que la esperanza no se desvanezca ante la violencia.
“Cuando el ego habla, la sabiduría calla… pero el país ya no puede callar más.”
DIOS ES BUENAZO…!!!