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Si No Volvemos al Amor… Nos Perdemos Como Nación

Si No Volvemos al Amor… Nos Perdemos Como Nación

Por: Ing. Rafael A. Sánchez C. — Ingeniero, Locutor, Comunicador, Magíster

¡Wow…!!!

Escribo con extrañeza. Con el alma estremecida. Con el corazón abrumado por una realidad que se impone sin tregua y sin pudor. Lo que estamos presenciando a nivel global no es casual ni pasajero; es, sencillamente, el rostro desfigurado de un mundo al borde del colapso moral.

La humanidad se hunde cada vez más en guerras sin sentido, muertes innecesarias, abusos sistemáticos, desconsideraciones cotidianas, vejámenes atroces y prácticas absolutamente inhumanas.

Y como si eso no bastara, mi amada República Dominicana —paradisíaca, edénica, abnegada y valiente— tampoco escapa a este desgarrador panorama.

Mi patria, esa joya del Caribe que alguna vez fue sinónimo de solidaridad, respeto, decoro y hermandad, hoy se encuentra atrapada en una espiral de violencia, intolerancia y pérdida de los valores esenciales que nos definieron como pueblo.

Pareciera que nos acercamos peligrosamente al cumplimiento de aquella amarga y cruda sentencia expresada por Henry Fiol en una de sus salsas:
“Yo nací en Nueva York, en el condado de Manhattan, donde el perro come perro y por un peso se matan”.

¿A eso vamos a llegar aquí…? ¿A matarnos por una diferencia de opinión, por una discusión pasajera, por el ego herido, por el orgullo mal colocado?

¡Dios mío… mete tus manos!

Intervén en nuestra conciencia adormecida. Restaura el amor, el respeto, la empatía, la comprensión. Devuélvenos a ese tiempo en que nos saludábamos sin reservas, compartíamos el pan sin cálculos y perdonábamos sin esperar nada a cambio.

Antes, por cualquier cosa nos agradábamos… hoy, por cualquier cosa nos ofendemos. Antes discutíamos con altura… hoy, nos matamos con saña.

Nos estamos deshumanizando. Y a pasos agigantados.

La violencia ha dejado de ser la excepción: ahora es la norma. La hostilidad no sorprende: se espera. Las agresiones no escandalizan: se justifican. Nos estamos convirtiendo en enemigos de nosotros mismos.

Pero aún hay esperanza.

La clave está —inevitablemente— en una EDUCACIÓN PUNTUAL, transformadora, con carácter ético y espiritual.

Una educación que no se limite a transmitir datos, sino que forme conciencia. Que nos devuelva el valor de la vida, de la palabra, de la decencia. Que no fabrique autómatas productivos, sino ciudadanos humanos, íntegros y despiertos, con principios firmes y sensibilidad social.

Este llamado no es retórico. Es urgente. Es vital.

No se trata de dramatismo: se trata de supervivencia moral.

O rectificamos hoy… o mañana será demasiado tarde.

Señor, apiádate de nosotros. Derrama tu infinita bondad sobre esta tierra bendita. Haz que ese torrente venga cargado de luz, paz, sensatez y equilibrio.

Dominicana necesita reconstruirse desde el alma. Y solo Tú, Dios Justo y Buenazo, puedes comenzar esa obra redentora.

Como sentenció con sabiduría nuestro Patricio Juan Pablo Duarte:

“Dominicanos: sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre. Y sed unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos.”

¡DIOS ES BUENAZO…!!!

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