By Este domingo, 3.379 locales de votación con 40.473 mesas están habilitados para las elecciones de la segunda vuelta presidencial en Chile, donde se determinará el sucesor del actual presidente Gabriel Boric. Más de 15,6 millones de ciudadanos tienen la obligación de emitir su voto, eligiendo entre Jeannette Jara, candidata única de una amplia alianza progresista, y José Antonio Kast, representante del ultraderechismo y fundador del Partido Republicano (PR).
En la previa de la elección, múltiples analistas y sondeos sugirieron que Kast, quien alcanzó el segundo lugar en la primera vuelta con 23,9% de los votos, es el candidato favorito para esta instancia. Su candidatura ha ganado apoyo adicional de figuras clave, como el libertario Johannes Kaiser y la exalcaldesa Evelyn Matthei, sumando más del 50% de las preferencias.
Por su parte, Jeannette Jara se posicionó en primer lugar durante la votación de noviembre, obteniendo el 26,9% de los votos. Sin embargo, su capacidad para aumentar su base de electores es limitada, a pesar de ser la candidata de una coalición progresista inusitada, que abarca desde el Partido Comunista hasta la Democracia Cristiana.
José Antonio Kast, descrito como católico ultraconservador y padre de nueve hijos, representaría una continuidad de la herencia pinochetista si es electo presidente, dado que hizo campaña a favor de la continuidad del régimen de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988. Su campaña se ha centrado principalmente en temas de seguridad y migración, que son consideradas por la ciudadanía como prioridades, evitando posicionarse sobre cuestiones más controvertidas relacionadas con libertades individuales y temas del pasado.
Kast ha eludido explicar cómo planea reducir 6.000 millones de dólares del gasto público en los primeros 18 meses de su potencial mandato y ha evitado pronunciarse sobre la posible liberación de exmilitares involucrados en crímenes de lesa humanidad durante la dictadura.
Jeannette Jara, en respuesta a la impopularidad del gobierno saliente y a la resistencia al comunismo en el país, ha enfatizado los riesgos de la ultraderecha y ha defendido su gestión en torno a legislaciones significativas, como el aumento del salario mínimo, la reforma de pensiones y la reducción de la jornada laboral a 40 horas.
A partir del 11 de marzo, el nuevo presidente deberá enfrentar un Parlamento dividido, donde la derecha y la ultraderecha están a dos diputados de alcanzar la mayoría, y los votos del Partido de la Gente (PDG) serán determinantes.
Desde 2006, el poder en Chile ha alternado entre fuerzas de izquierda y de derecha, sin que ningún presidente haya sucesor del mismo signo político en la entrega de la banda presidencial.
Los centros de votación cerrarán a las 18:00 hora local (21:00 GMT), y se anticipa que los resultados provisionales se conocerán algunas horas después.
