Santo Domingo – En un país donde más del 80% del combustible consumido es importado, cada shock en el precio del petróleo se siente en toda la economía. La dependencia energética sigue siendo una de las mayores vulnerabilidades de la República Dominicana. Pero ahora, una empresa sueca cree que parte de la solución podría encontrarse en un recurso que crece directamente en suelo dominicano: las gramíneas perennes C4.
Jord, una startup de bioenergía con sede en Suecia, está instalando su primera planta industrial en San Pedro de Macorís. La planta procesará gramíneas cultivadas localmente para convertirlas en biocombustibles sólidos renovables conocidos como “pellets blancos” y “pellets negros”, que pueden reemplazar a los combustibles fósiles en la generación eléctrica y la industria pesada.
“Nuestra visión es simple: transformar tierras degradadas en ecosistemas productivos y usar lo que crece allí para alimentar el futuro”, afirma Peder Dagsanth, CEO de Jord. “Se trata de independencia energética, resiliencia climática y de crear valor a largo plazo donde más se necesita”.
De tierras marginales a oportunidades
A diferencia de los cultivos alimentarios, las gramíneas C4 prosperan en suelos marginales o degradados, áreas a menudo consideradas inadecuadas para la agricultura. El enfoque de Jord restaura la fertilidad con el tiempo, mejora la biodiversidad y genera una nueva fuente de ingresos para los propietarios de tierras.
En San Pedro de Macorís, la empresa ya está desarrollando más de 500 hectáreas de cultivo de gramíneas, con planes de expansión que podrían alcanzar varios miles de hectáreas en los próximos años. Una vez en plena operación, la planta producirá decenas de miles de toneladas de pellets al año, ofreciendo a las industrias dominicanas una alternativa renovable al carbón o al fuelóleo importado.
Empleos, capacidades e investigación
El impacto no es solo ambiental. Se espera que el proyecto de Jord genere cientos de empleos en zonas rurales, desde labores de cultivo y cosecha hasta puestos administrativos y técnicos en la planta industrial. También se está planeando el establecimiento de alianzas con universidades dominicanas para avanzar en investigación sobre biomasa, salud del suelo y captura de carbono.
“Esto es un win-win: creamos empleo calificado y apoyamos la transición del país hacia una bioeconomía”, explica Eva Teekens, Directora Comercial de Jord. “Al producir energía localmente, la República Dominicana fortalece su resiliencia y reduce su exposición a la volatilidad global de los combustibles fósiles.”
Una visión nórdica con raíces dominicanas
Aunque tiene su sede en Suecia, Jord ve a la República Dominicana como un escaparate de innovación en bioenergía para el Caribe. Las colaboraciones con socios europeos y locales buscan posicionar al país como líder en biomasa renovable y soluciones climáticas basadas en la naturaleza.
La primera línea de producción en San Pedro de Macorís se espera que esté terminada a finales de año. Más allá de los pellets, Jord también está desarrollando aplicaciones de biocrudo en conjunto con socios internacionales, abriendo la puerta a futuros usos en aviación y transporte marítimo.
“Creemos que la República Dominicana puede convertirse en un centro regional de combustibles sostenibles”, añade Dagsanth. “Se trata de demostrar que los pastos bajo nuestros pies pueden impulsar el próximo capítulo de la transición energética.”
Para una nación que busca equilibrar crecimiento con sostenibilidad, el modelo de Jord sugiere una verdad simple: la ruta hacia la independencia energética no está necesariamente en los pozos de petróleo o en los cargamentos de carbón, sino en la silenciosa resiliencia de los pastos C4, cultivados, cosechados y transformados en combustible para el futuro.